"Fui elegido sin tener mérito": León XIV en misa de inicio de su pontificado
Saludó de manera personal a cada uno de los jefes de Estado que acudieron a la celebración
- Andrés Olmos
- Mayo 18, 2025 - 08:00 p.m.
- PRIMERA PLANA

Frente a más de 200 mil feligreses e invitados especiales reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV inició su ministerio petrino, haciendo su entrada en el papamóvil, utilizando por primera vez el transporte de los sumos pontífices.
En una ceremonia que comenzó dentro de la Basílica de San Pedro, con una oración en la tumba de San Pedro, junto a los patriarcas de las Iglesias Orientales, el Santo Padre se dirigió en procesión hasta el altar dispuesto en la plaza, donde fue colocada la imagen de la Madre del Buen Consejo.
Tras la proclamación del Evangelio, vino el culto de entrega de las insignias petrinas, como el Palio, a cargo del cardenal Mario Zenari, y el cardenal Luis Antonio Tagle entregó el Anillo del Pescador.
Posteriormente, siguió el rito simbólico de la obediencia al sucesor 267 de San Pedro, con la participación de 12 representantes de todas las categorías del Pueblo de Dios, provenientes de diversas partes del mundo.
"Acto seguido, León XIV inició su homilía, recordando el proceso del cónclave tras la muerte del Papa Francisco, donde dijo, 'cada uno de los cardenales electores llegó con historias personales y caminos diferentes, pero a la luz del Espíritu Santo, él fue elegido sin tener algún mérito'".
"Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia. Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro", indicó.
El Sumo Pontífice se cuestionó cómo puede llevar a cabo la tarea de pastorear la Iglesia de Dios en la tierra, al narrar el Evangelio de la pesca milagrosa y donde se le confía a Pedro amar y dar su vida por el rebaño, por lo que expresó su primer deseo para la "barca de Dios en el mundo", ante las injusticias que se viven actualmente.
"Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad", dijo.
En otro momento, el Santo Padre pidió escuchar la propuesta de amor de Jesucristo, para formar su única familia, mencionando su lema petrino "en el único Cristo somos uno", señalando que no hay que recurrir al "sometimiento" ni a la "propaganda religiosa" para atraer a las personas a Dios.
"El ministerio de Pedro está marcado precisamente por este amor oblativo, porque la Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús", refirió.
El Vicario de Cristo en la tierra subrayó que no hay que encerrarse en un "pequeño grupo" ni sentirse "superiores al mundo", porque todos estamos llamados a ofrecer el amor de Dios, donde se valore la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo.
"¡Esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio. Con mi predecesor León XIII, hoy podemos preguntarnos: si esta caridad prevaleciera en el mundo, «¿no parece que acabaría por extinguirse bien pronto toda lucha allí donde ella entrara en vigor en la sociedad civil?» Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad", apuntó.
Tras la misa, que duró poco más de tres horas, el Papa León XIV se dirigió nuevamente a la Basílica de San Pedro, donde saludó de manera personal a cada uno de los jefes de Estado que acudieron a la celebración de inicio de su pontificado, así como reyes y representantes de autoridades civiles y religiosas.
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