Atrapado robando; de cine de autor a trabajar con Bad Bunny
Esta cinta es un canto a lo simple, pero con inteligencia
- Juan Carlos Brindis
- Septiembre 10, 2025 - 10:31 a.m.
- ESPECTÁCULOS

Darren Aronofsky siempre ha destacado por sumergirse en relatos intensos, oscuros y profundamente humanos. Pi (1998) coqueteaba con lo obsesivo, The Wrestler (2008) ahogaba emociones en sudor y soledad, y The Whale (2022) exploraba la redención desde esa cotidianidad cruda que lo vuelve casi incómodamente íntimo. Pero con Caught Stealing (2025), Aronofsky da un giro creativo tan audaz como refrescante: toma el cine de autor y lo transfigura en un thriller oscuro, irreverente y sorprendentemente accesible.
Ambientada en el Nueva York de finales de los noventa, en medio de bares, crimen organizado y persecuciones callejeras, la película desata una espiral de violencia absurda y humor negro encarnada en Hank (Austin Butler), un ex pelotero convertido en bartender cuya vida se desmorona por cuidar el gato equivocado. La ciudad no es solo escenario: es personaje. Las tomas de Matthew Libatique detonan la suciedad y el pulso frenético del entorno, haciéndolo vibrar con detalle táctil —el humo del cigarrillo, los neones deslavados, el caos que palpita en cada esquina.
El magnetismo de Butler impulsa toda la historia, equilibrando vulnerabilidad y tensión, mientras que un reparto secundario vibrante le da color y humanidad a la trama. Aronofsky acierta en ese juego de contrastes: por un lado, las persecuciones frenéticas y el absurdo que recuerdan a Mother! o incluso al cine de los Coen; por el otro, un tono más ligero y juguetón, casi burlón, que se permite coquetear con lo comercial sin dejar de sentirse como una obra suya. Sin embargo, en ese mismo vaivén la película a veces tropieza: el tono oscila entre la brutalidad épica y la comedia cartoonesca, lo que puede generar una sensación de inestabilidad, y algunos personajes quedan subutilizados o se desvanecen sin mayor explicación. Aun así, lo que queda es una película que respira libertad creativa y confirma que Aronofsky no necesita aferrarse a la solemnidad para brillar.
Lo más interesante es que aquí vemos a un cineasta desplegando su talento sin tomarse demasiado en serio, entregando algo juguetón, nada solemne, y maravillosamente libre de la pesada carga dramática que suelen asumir sus películas más conocidas. Esta cinta es un canto a lo simple, pero con inteligencia: cine autoral disfrazado de cine comercial, ambicioso sin pedir disculpas. ¿Será este el comienzo de un nuevo modelo para el cine vibrante, inteligente y asequible? Al menos, Caught Stealing demuestra que Aronofsky sigue brillando, ya sea explorando lo más oscuro del alma o soltando una carcajada cargada de pólvora. Recomendable, distinto, rojo de adrenalina y con esa chispa narrativa que solo un director con vocación puede encender en el caos.
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